Un cohete es una máquina de propulsión, capaz
de transformar en movimiento la energía que porcionan
diversidad de combustibles. Está basado en el principio de acción
y reacción que describió newton en su 3ª ley en
donde al aplicar una fuerza en un sentido aparece otra en sentido contrario
que se opone a la anterior.
A diferencia de otros motores (explosión, turbinas) el
motor cohete lleva consigo todos los elementos para la combustión,
por lo que pueden operar en ausencia de atmosfera, es decir, en el espacio.
El proceso de comprensión de los cohetes empezó
hace muchos siglos. Ya en 1232 se pueden encontrar evidencias del uso de
cohetes, cuando en la ciudad China de Kai-fong expulsaron a los invasores
Mongoles con lo que llamaron "Flechas de Fuego Volante". Estos primitivos
dispositivos, probablemente, tubos llenos de algo parecido a la pólvora,
de carbón, salitre y azufre. Eran armas diseñadas no solo
para elevarse por encima de la tierra sino para volver a caer sobre ella
con devastadores efectos. Los cohetes fueron utilizados como armas de asedio
por los ejércitos asiáticos y europeos durante el siglo XV,
pero los cañones ofrecían mayor precisión de tiro
y fueron sustituyendo en protagonismo al cohete.
A finales del siglo pasado los únicos que pensaban seriamente
en el diseño de cohetes eran algunos visionarios menos preocupados
en golpear blancos en tierra que en construir naves que pudieran dejar
la tierra.
Inspirados en novelas como de la tierra a la luna de Julio Verne
o la guerra de los mundos de H.G. Wells, los jóvenes lectores de
inclinación técnica empezaron a considerar la factibilidad
del viaje espacial. Entre ellos el escritor y matemático ruso Konstantin
Ziolkovki, aclamado por muchos como el padre de la moderna ciencia
de los cohetes