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- La astronomia en nuestro pueblo. - Meteoro de Tunguska. - Constelacion del mes: Orion - Constelacion del mes: Leo y Cancer - De la tierra a la Luna. - El telescopio espacial Hubble. (*)
C.IF.E. Centro de Investigación de las Ciencias de Frontera.
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METEORO DE TUNGUSKA.
Lo que diferencia a un trabajo serio de otro que no lo es, es el respeto más exquisito a la verdad, mostrando como veraces solo aquéllas hipótesis que se sustentan en evidencias demostrables científicamente, y nunca emitiendo conclusiones que no se mantienen en pie, solo por el mero hecho de que coinciden con los deseos, más o menos fantasiosos, del autor. Viene esto al caso, porque el fenómeno que tratamos, es decir, la explosión ocurrida en Tunguska en 1.908, es algo más que suficientemente estudiado por la comunidad científica, no habiendo hasta el momento más atisbos de duda que los que la fantasía de los aficionados a los fenómenos extraños le puedan atribuir. Los cometas han sido estudiados desde la antigüedad. Pero los astrónomos no descubrieron el primer asteroide hasta 1.801. Tras dos siglos de observación, han identificado cerca de 15.000 de estos pequeños cuerpos rocosos, cuyo diámetro va de 1 a 1.000 Km. Sin embargo, tantos de los más pequeños han eludido la detección que el número total puede llegar en realidad a una cifra de millones. Sea cual sea el número exacto, los científicos han determinado que los asteroides -que orbitan el Sol formando un cinturón entre Marte y Júpiter tienen una masa combinada que alcanza aproximadamente una veinteava parte de la Luna. Los meteoroides derivan tanto de los cometas como de los asteroides. Pueden ser partículas del tamaño de un grano de arena procedentes de restos cometarios que han seguido surcando el Sistema Solar durante eones después de abandonar el cuerpo que los originó, o pueden ser fragmentos más grandes resultado de colisiones entre asteroides que recorran órbitas peligrosamente cercanas. En el siglo XX, estas piedras del espacio han dado nacimiento a una nueva rama de la astronomía dedicada a comprender los cuerpos originales de los que nacieron los meteoritos a través del estudio de su descendencia recuperada en la superficie de la Tierra. Toda una hueste de grandes pensadores, desde filósofos
e inventores hasta matemáticos y físicos, han ayudado a alzar
el velo de misterio que rodea a los helados vagabundos del sistema solar.
Después de muchos siglos de evocar principalmente miedo y superstición,
los cometas empezaron a atraer una seria atención científica
a finales de los 1.600. Para los primeros investigadores, el tema suscito
poco más que un interés de pasada.
Cuando el cometa de Halley regreso de las profundidades del sistema
Solar en 1986, fue saludado por un puñado de naves espaciales lanzadas
desde todo el mundo para investigar al famoso visitante. Dos satélites
Japoneses tomaron medidas desde una cierta distancia: Suisei reunió
información desde 160.000 Km. por delante del núcleo, muy
dentro del frente de choque, el limite donde los iones cometarios tropiezan
con el flujo de partículas del viento solar; mas de 6 millones de
Km. mas adelante, Sakigake se concentro en la composición del propio
viento. Otros 3 vehículos las sondas Vega 1 y Vega 2 de la Unión
Soviética y la Giotto de la ESA desafiaron la tormenta de partículas
de polvo en la cabellera del Halley para efectuar sus estudios en primer
termino. Pese a las medidas protectoras, las 3 sondas sufrieron importantes
daños, pero consiguieron enviar nuevos y significativos datos sobre
la composición del núcleo y la dinámica del polvo
y el gas que lo rodeaba. Giotto, la que mejor se comportó, se aventuró
hasta menos de 650 Km. del núcleo para enviar las primeras imágenes
nítidas del núcleo sólido del Halley.
En esta Delegación del Cife (*), en Blanca, que como sabéis está dedicada a la Astronomía, contamos con abundante documentación científica sobre este fenómeno. Esta documentación no tiene carácter de exclusividad, y seguro que consta en cualquier otro grupo de Astronomía al que se quiera preguntar por este tema. Examinando los diversos trabajos serios que se han realizado sobre Tunguska, cualquiera puede llegar a la conclusión de que lo ocurrido en esa región de Siberia fue solamente el choque de un cometa con la atmósfera terrestre. Así se demuestra sin lugar a dudas, en las anomalías isotópicas detectadas abundantemente en las muestras de turba halladas en la zona, entre otros, por la expedición internacional dirigida por Ivgeniy Kolesnikov en 1.992. Actualmente, sólo que se considera como alternativa seria, la posibilidad de que en lugar de un cometa, la explosión fuera producida por un asteroide de tipo terrestre (M. Galli, Universidad de Bolonia, 1.991). Estos científicos, así como la mayoría de los que han estudiado este fenómeno, han llegado a sus conclusiones después de encontrar evidencias tanto físicas (medición de anomalías isotópicas en la turba,estishovita que es un subproducto de las ondas de choque meteoriticas, cuarzo impactado, sanidina: mineral forjado en las altas temperaturas tipicas de las colisiones, iridio metal parecido al platino muy raro en nuestro planeta pero 10.000 veces mas abundante en cuerpos celestes como meteoritos, hallado en el Meteor Crater, Arizona y en Tunguska) como teóricas (análisis comparativo de los efectos de la explosión de Tunguska con los modelos de comportamiento de los meteoritos en contacto con la atmósfera). Pero volvamos al artículo de este señor. Dedica la primera parte de su artículo a analizar con un sistema muy "sui generis" las dos hipótesis citadas anteriormente, además de otras tan peregrinas como la que atribuye la explosión a un microagujero negro (¿?), o incluso al envío de un rayo láser por extraterrestres (¡¡¡¡!!!!). Pero no, descartadas todas las posibilidades por falta de pruebas que expliquen todas las características del fenómeno, el autor llega a la sonrojante conclusión de que la única posibilidad es la explosión nuclear causada por la entrada de un objeto llegado del espacio -él particularmente opina que se trata de una nave de exploración dirigida desde algún punto lejano por una inteligencia extraterrestre. Ciertamente los métodos de deducción de este Sr. son espectaculares. Primero descarta, una tras otra todas las hipótesis barajadas porque, aunque en algún caso cuenten con algunas evidencias a su favor, no terminan de explicar, según él, el fenómeno en toda su amplitud, y sin embargo, él se descuelga con una conclusión sobre la que no existe, ni por asomo, ningún tipo de prueba, directa o indirecta, pero presentándola como única explicación posible al fenómeno. Este caso no es aislado. Hemos comprobado a lo largo de diversos números la desfachatez con que son tratados algunos temas, sin el menor asomo de rigor científico. Pero esta vez, y por tratarse de un asunto que nos concierne directamente como Delegación de Astronomía, no hemos podido por menos que responder de esta forma. No es posible escribir y publicar este tipo de artículos, y seguir creyendo en la seriedad de una revista. Es duro decirlo pero, cualquiera que afronte estos temas con un mínimo de rigor científico, (creemos que ese es, o era, el espíritu del C.I.F.E.), no puede admitir este tipo de enfoques. Está claro que la mayoría de los que presentan sus trabajos en Estigia, cuentan con la supuesta complicidad de los lectores, lo que les hace disparar su imaginación a la menor oportunidad y sin rubor alguno. Creemos sinceramente que este no es el camino. Si lo que queremos es mantener una publicación que cuente con el respeto de los aficionados serios, deberemos hacer todos un esfuerzo para aumentar el nivel de rigor científico de nuestros trabajos. Si lo que deseamos es mantener una publicación para pasar el rato, en la que cada cual se fabrique el mundo a su medida, según le dicten sus mayores delirios fantásticos, adelante, estamos en el camino. Angel Pablo Molina Saorin
BIBLIOGRAFIA.
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